El camino de la Creatividad
El camino de la Creatividad
“Se puede resistir a los ejércitos, pero no a una idea cuando llegó su hora.”
Victor Hugo
La vida de los grandes genios de la creación es rica en historias folclóricas que relatan sus respuestas irreverentes, sus modos de vida desarraigados y su total desprecio por las convenciones sociales. Estas personalidades creativas necesitan espacio para poder abrir sus alas y alcanzar sus ideales. Cultivan la libertad de ser como el único camino posible en dirección a la paz interior. Y saben que ésta es la llave que abre la puerta de la creatividad: oír la voz interior y estar abierto a cambios para permitir que nuevas posibilidades sean creadas para el medio.
Entre las muchas historias conocidas, la de Arquímedes merece ser destacada. Él atravesó la plaza de Siracusa, en el año III A. C. completamente desnudo, gritando “¡Eureka! ¡Eureka!”, cuando descubrió mientras se bañaba, la respuesta a un problema propuesto por el rey. En aquel instante, vivía con toda la intensidad aquel placer que sienten los genios de la creación, cuando consiguen expresar, a través de la forma, un sentimiento que los atormenta desde hace tiempo.
Sentimiento… Artistas, científicos, poetas, todos concuerdan con que el proceso de creatividad comienza con un sentimiento, que se infiltra, se esparce, ocupa todos los espacios y se apodera del ser. Un proceso construido en base a vivencias intensas, que camina entre el dolor y el placer y culmina con un salto hacia otra dimensión.
Un camino fervoroso que no tiene referencias previas o manuales de procedimiento, que exige un compromiso completo de todas sus energías mentales y emocionales, y en la cual la tarea más difícil es la de romper con los paradigmas existentes, manteniendo siempre el entusiasmo primero. “Todo niño es artista. El problema es permanecer artista después de crecer”, explicó Picasso.
Einstein concluyó que es más difícil desintegrar un preconcepto que un átomo. Las personalidades creativas necesitan pensar y evaluar por sí mismas, para no depender de la aprobación de la sociedad y no limitar con esto su potencial de innovación. Y tienen que estar preparadas para soportar el peso de las grandes ideas, que pueden venir acompañadas del éxito… o del fracaso, si no hubiera llegado el tiempo de ellas.
Aquel científico le contó a sus amigos que pensaba 99 veces y nada descubría. Dejaba de pensar, se zambullía en un gran silencio y la verdad le era revelada. “La mente avanza hasta el punto donde puede analizar, pero después pasa a una dimensión superior, sin saber cómo llegó allí. Todas las grandes revelaciones realizaron este salto.”
Las personalidades creativas buscan inspiración en sus propios mundos… y en otros. Saben que las señales están en todos lados. La llave para activar la percepción de estas señales puede ser la necesidad de resolver un problema, sea científico o, simplemente, estético. Ver lo que todo el mundo ve, pero percibir algo diferente. Un proceso ligado a la intuición, a la capacidad de reunir todas las informaciones captadas a través de todos los sentidos, y darles un nuevo significado.
“Un día encontré en un montón de chatarra, un asiento de bicicleta y un manubrio oxidado… Las dos piezas se ligaron momentáneamente en mi imaginación… La idea para la cabeza del toro nació, sin que yo estuviera reflexionando sobre eso… Sólo tuve que soldar.”
Y así nació la escultura Cabeza de Toro, de Picasso, que entró en la historia de las artes.
¿Inspiración divina, genio intuitivo o locura? Lo que importa es el resultado que estos seres traen a nuestra dimensión garantizando el progreso de la humanidad.
Estos grandes genios tienen una característica más en común. Todos ellos promueven, favorecen y estimulan el intercambio de informaciones y descubrimientos, a través de debates, reuniones de estudios y grupos de discusión. Comparten con naturalidad sus conocimientos con el medio, como una manera de retribuir al Universo los grandiosos estados vividos.
“La cosa más bella que podemos vivir es el misterio. Él es la fuente fundamental de todo el verdadero arte y de toda la ciencia. Aquel que no lo conoce y ya no se maravilla, paralizado en éxtasis, es como si estuviera muerto: sus ojos están cerrados. Yo quiero saber cómo piensa Dios. El resto… son detalles”
Einstein