Tres veces grande
Tres veces grande
Hay palabras capturadas por el viento, que resuenan en nuestros pensamientos y nos acompañan toda la vida. Hay frases insinuadas por las estrellas, que nos instigan a develarlas y, con ellas, al cosmos. Hay quince líneas escritas en una tabla de esmeralda, surgidas y resurgidas en la historia, que transformaron en oro el metal de los corazones de quienes las oyeron.
Hubo aquel que abrió su mente, conoció la mente del universo y las tres partes de la filosofía del mundo. Enseñó la escritura sin jamás haberla aprendido, enunció la profundidad del mundo a quien de él sólo veía la superficie, fundó una ciencia en la época en que sólo la superstición reinaba.
Rey, médico, filósofo, alquimista, mago, dios. Toth, Hermes, Mercurio, el tres veces grande.
Su fisonomía se perdió en el polvo de los milenios, su identidad fue corroída por las sombras de la historia. En la época en que los mitos surgieron, él mismo ya era un mito.
Nos llegó sólo su tradición. La Tradición Hermética, redescubierta en el inicio de la era cristiana, la piedra fundamental de lo que más tarde sería llamada “Alquimia”, que más tarde, se tornaría la abuela de la ciencia moderna.
Él dejó cuarenta y dos libros los cuales, durante milenios, orientaron a la sociedad egipcia en sus cultos, su arte, astrología, religión y rituales. Pero, como él mismo dijo: “Todo el cuerpo puede ser disuelto, y todo lo que puede ser disuelto es corruptible”.
El incendio que destruyó la biblioteca de Alejandría marcó también el fin de gran parte de esas obras. Solamente trescientos años después, los pocos fragmentos que quedaron fueron compilados en el llamado “Corpus Hermeticum”, la reunión de diecisiete libros que tratan sobre la naturaleza de Dios, la esencia del universo, la constitución del hombre y las Leyes que rigen la vida.
La narrativa de su propio despertar espiritual sobrevivió en la obra titulada Poimandres, en la que Hermes describe su encuentro con la Mente universal.
Mis pensamientos, ocupados con la naturaleza de lo que Es, mi comprensión elevada, mis sentidos corpóreos estando excepcionalmente disminuidos, como cuando estamos con sueño, (…) contemplé un ser de inmensa estatura e infinita grandeza. Me llamó por el nombre, y dijo: “¿Qué quieres ver y oír”?
En una serie de preguntas, Hermes recibió de Pymander la génesis del cosmos y de los seres y el camino por el cual el hombre puede ser conducido nuevamente a la morada divina:
“¿Por qué la Inmortalidad es negada por la ignorancia?
Para el ignorante, el cuerpo es supremo y ellos son incapaces de percibir la inmortalidad que existe en su interior. Conociendo solo el cuerpo, que está sujeto a la muerte, ellos creen en la muerte, porque adoran la substancia que es la causa y la realidad de la muerte”.
“¿Cómo una persona correcta puede llegar a la inmortalidad?
El Padre de todas las cosas consiste de Vida y Luz, de las cuales el hombre está hecho. Si, por lo tanto, el hombre aprende y comprende la naturaleza de la Vida y de la Luz entonces él pasará a la eternidad de la Vida y de la Luz.”
Su mensaje más conocido, sus palabras más famosas y más trascendentes son las que se encuentran en la Tabla de Esmeralda. Quince líneas que sintetizan su filosofía y que han superado el paso del tiempo. Algunos dicen que es parte de una carta que Aristóteles le envió a Alejandro el Grande. Otros, que fue descubierta por Apolonio de Tiana en una cueva cercana a Alejandría. Tal vez por el propio Alejandro. O, tal vez, por Sara, la esposa de Abraham…
Por cualquiera de sus orígenes, las palabras son siempre las mismas:
Verdad sin error, cierta y verdadera.
Lo que está arriba es como lo que está abajo, así como lo que está abajo es como lo que está arriba. El trabajo grandioso viene del Uno.
Así como todas las cosas vinieron del Uno, por una meditación, todas las cosas son una, por adaptación.
El Padre es el Sol, la Madre es la Luna, el viento lo acunó en su vientre, la Tierra lo nutrió;
El Padre de todos los Telesmas del mundo está en eso.
Su poder es pleno si convertido en Tierra.
Separa la Tierra del Fuego, lo sutil de lo denso, suavemente, con gran ingenio.
Se eleva de la Tierra al Cielo, y desciende nuevamente a la tierra con el poder de las cosas superiores e inferiores.
Así obtendrás toda la gloria del mundo.
Y se apartarán de ti todas las tinieblas.
Esta es toda la fuerza de la fortaleza del fuerte: Vencer todas las cosas sutiles y penetrar en todas las cosas sólidas.
Así el mundo fue creado.
De esto saldrán grandes operaciones, cuyo medio está dado aquí.
Por eso soy Hermes Trimegisto, poseo las tres partes de la filosofía de todo el mundo.
Está completo lo que fue dicho de la Obra Solar.